¿Qué hacer ante lo desconocido? Resiliencia

Resiliencia
Constantemente nos enfrentamos a nuevos retos que ponen a prueba nuestra creatividad, imaginación, y resistencia. Algunas veces esos retos pueden ser más fáciles de superar que otros.  Para enfrentarte a ellos debes usar una poderosa fuerza que ya se encuentra en tu interior: resiliencia.

Si existe una característica común y resaltante entre todos los organismos vivos conocidos que merezca ser reconocida, es la capacidad de adaptación. Toda forma de vida posee mecanismos de adaptación ante la adversidad: peces han aprendido a respirar fuera del agua, ranas que pueden cambiar de género, osos que cambian su dieta para sobrevivir al invierno, etc. Los seres humanos no somos ninguna excepción, es más, somos el mayor ejemplo de capacidad de adaptación o de resiliencia. 

¿Qué es la resiliencia?

De acuerdo a la RAE: “Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Sin embargo, «ser resiliente» va más allá, no es solamente cambiar, sino también estar abierto a esos cambios. 

Los seres humanos tenemos la capacidad única de no solamente cambiar para adaptarnos a las circunstancias, sino también de hacerlo para mejorarnos e ir más allá. Quizá descubrimos el fuego por necesidad para calentarnos, pero luego (mucho después) inventamos máquinas eléctricas que podían hacerlo más eficientemente y con mayores beneficios. Hoy en día seguimos creando y descubriendo nuevas técnicas y materiales, no por necesidad, sino para superarnos a nosotros mismos. 

¿Por qué escoger ser resiliente? 

En realidad, es algo que llevamos por dentro, es innato. Todo el tiempo estamos haciendo uso de ella en nuestras decisiones diarias, aunque no lo sepamos. Cada decisión que tomamos es una forma de resiliencia, en tanto que desconocemos las consecuencias exactas del camino que escogemos. Diatribas sencillas como: “¿me monto en este autobús o espero el siguiente?”, o “¿debería darme este lujo o ahorrar?”, nos colocan frente a frente con la incertidumbre. 

La incertidumbre implica no poder prever los eventos futuros, es decir, no tener absolutamente ninguna idea de lo que pueda pasar. Aun así, es una emoción inevitable que, incluso, puede convertirse en positiva, pues nos impulsa a cambiar y a movernos. Ya lo decían los antiguos griegos: la vida es movimiento, y el movimiento es vida. 

Pero la resiliencia no solo es un instinto de supervivencia, también es un importante motor de cambio, pues es lo que impulsa también a la innovación. Ese movimiento al que nos induce la incertidumbre nos lleva a buscar cambiar nuestra realidad, en muchos casos de forma novedosa. 

Ser resiliente implica enfrentarse a la adversidad. Es ser insistente y constante en la búsqueda de un objetivo, sin importar los cambios a los que debas enfrentarte. Tener la capacidad de ser resiliente es necesariamente saber aceptar, adaptarse, y crecer a partir de situaciones adversas. 

¿Quieres aprender a manejar la incertidumbre de la mejor manera? Te recomendamos que revises nuestro artículo al respecto. 

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